Uno de los personajes de nuestra historia al que no se le suele prestar mucha atención es el general Miguel Primo de Rivera. Con este artículo se intentará dar la importancia que se merece dentro del contexto histórico en el que vivió. Comentar que todos los personajes tienen sus luces y sombras, dejando de lado los aspectos psicológicos, se analizará el entramado político y social de España a principios del siglo XX que presidió el Directorio de Primo de Rivera. Dicho contexto es esencial para comprender lo que posteriormente sucedió en nuestra Historia; tanto la II República como la Guerra civil que tantos documentos, datos e investigaciones ha generado.

Entre 1918 a 1923, España se caracterizó por la división interna de los partidos políticos y la inestabilidad gubernamental. Hay que destacar que en esta etapa Cataluña pide la autonomía, existe una agitación social, sobre todo en Barcelona, unido al desastre de Annual en 1921(en la guerra de Marruecos que viene sufriendo el país desde 1860).
Tras la crisis de 1917 se intentó la formación de diversos gobiernos de concentración nacional, con la presencia de los líderes de todos los partidos, a excepción de la izquierda radical y los republicanos. Llegar a un acuerdo fue imposible, sucesivamente se formaba gobierno y se disuelven al cabo de pocos meses. Un total de doce gabinetes se sucedieron en un lustro; de ellos, tres fueron presididos por García Prieto y otros tres por Antonio Maura.
Según la agitación social va aumentando en todo el país, sobre todo en Barcelona, los problemas derivados de las reivindicaciones autonomistas catalanas quedan en un segundo plano. Los conflictos sociales a pie de calle fueron un fenómeno común en toda Europa en este periodo, en parte debido a la influencia de la Revolución Soviética de 1917 entre la clase obrera. La agitación social se mostró en el incremento de huelgas, conflictos sociales y enfrentamientos armados entre sectores obreros, unidos en el Sindicato Único, y grupos de pistoleros al servicio de las asociaciones patronales, el llamado Sindicato Libre. Es el inicio del llamado «pistolerismo» (es un método usado en España, sobre todo en Barcelona, durante la crisis de la restauración de Alfonso XIII, que consistía en la contratación de matones para hacer frente a los sindicalistas y trabajadores más activos), durante esos años se cometieron centenares de atentados, entre ellos, el del presidente de gobierno Eduardo Dato en 1921, murió asesinado.
La situación política de España se complica aún más tras el desastre militar de Annual en Marruecos, 1921. El ejército español, dirigido de forma temeraria por el general Fernández Silvestre, sufrió un ataque por parte de los independentistas marroquíes, dirigidos por el caudillo Abd el-Krim. Las tropas españolas tuvieron que huir en desbandada hasta Melilla, la masacre fue desbastadora (más de 12.000 bajas).
La ocupación española de Marruecos, efectiva a inicios del siglo XX y acordado en el Congreso de Berlín en 1885 (período del imperialismo), era esencial para el colonialismo español después de las pérdidas de las posesiones de ultramar. Esta ocupación resultaba poco rentable económicamente y las cabilas (tropas bereberes que conocían lo accidentado del terreno) atacaban a la menor oportunidad contra los ocupantes españoles.
Esta cuestión contribuyó a dividir más a los políticos y la opinión pública española entre los partidarios y los detractores de la guerra. La investigación sobre las responsabilidades del desastre en Annual, exigida por las fuerzas de izquierda en el Congreso de los Diputados, se plasmó en el Informe Picasso, que implicaba al Gobierno, a altos cargos militares y al mismo rey, que parece ser alentó la desastrosa acción del general Fernández Silvestre.
Estos graves problemas que acumulaban los sucesivos gobiernos que eran incapaces de resolverlos y la crítica creciente de las fuerzas de izquierda llevaron al régimen de la Restauración a su desaparición.
La noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un pronunciamiento en Barcelona, declaró el estado de guerra y suspendió la Constitución de 1876, exigiendo al monarca, Alfonso XII, que el gobierno pasase a manos de los militares. El rey sancionó el golpe y nombró a Primo de Rivera presidente de un directorio (primero, militar entre 1923-1925, y después, civil entre 1925-1930) que gobernó el país durante siete años. Este fue el contexto de crisis donde se desarrolló dicho golpe de Estado, como muestra el siguiente texto que es parte del “Manifiesto del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera”:
“Al país y al ejército españoles:
No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano demanda e impone. Asesinato de prelados, ex gobernadores, agentes de la autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos; depreciación de la moneda; francachela de millones de gastos reservados (…) rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos; incertidumbres ante este gravísimo problema nacional; indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista; impiedad e incultura; justicia influida por la política; descarada propaganda separatista(…)”
En cuanto a la persona de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, nació en Jerez de la Frontera en 1870 y morirá en París el 16 de marzo de 1930. Militar y político que combatió en las guerras de Cuba, de Filipinas y de Marruecos. Ascendió a teniente general en 1919 y fue capitán general de Cataluña entre 1922-1923. Fue II Marqués de Estella y grande de España. Durante el transcurso de la dictadura se produjo un crecimiento económico y se desarrolló una política intervencionista y proteccionista con inversión en obras públicas e infraestructuras. Primo de Rivera consiguió encauzar el problema de Marruecos gracias a la operación del desembarco de Alhucemas de 1925 y, en 1927, fundó la Asamblea Nacional Consultiva, considerada la primera Cámara de carácter corporativista en Europa durante el período de entreguerras, que llegaría a elaborar un anteproyecto de Constitución de carácter antiliberal y autoritario. En dicha Asamblea Nacional Consultiva participaron diversas mujeres de la burguesía con formación académica, como Rosa Sensat, Victoria Kent, María Zambrano, Teresa Claramunt, Rosario de Acuña, Amalia Carbia, María de Maeztu…entre otras, y en 1924, otorgó derecho a voto corporativo a mujeres cabeza de familia. Crecientemente impopular, dimitió el 28 de enero de 1930 tras perder el favor del monarca y del ejército, y se trasladó a París, donde falleció al poco tiempo.

El golpe de Estado de Primo de Rivera se produjo un año después del acceso de Mussolini al poder en Italia, y precedió a otras dictaduras que se implantaron en el sur y el este de Europa a los pocos años. A diferencia de ellas la dictadura de Primo de Rivera no era de corte fascista y procedía del regeneracionismo, teoría que planteaba la posibilidad de un “cirujano de hierro” que pusiera orden en el país. Primo de Rivera justificó su acción por la necesidad de combatir los viejos males de la Restauración, en especial la política caciquil y la oligarquía. Por eso su acción fue bien recibida inicialmente en muchos sectores sociales, como la España rural, controlada por los caciques, algunos terratenientes y los miembros de la burguesía industrial y financiera.
La oposición a la Dictadura surgió entre las clases medias de las ciudades, los estudiantes y los intelectuales, como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno y Vicente Blasco Ibáñez. Esta oposición aumentó de forma progresiva, ampliándose a las fuerzas republicanas y socialistas.
Primo de Rivera tuvo que hacer frente a la oposición de los nacionalismos periféricos gallego, vasco y catalán. Aunque no mostró demasiada hostilidad hacia ellos en un principio, en el transcurso de su gobierno fue cada vez más represivo contra sus manifestaciones. Esta actitud empujó a sus representantes hacia el republicanismo y contribuyó a radicalizar los nacionalismos (atentados, huelgas, protestas callejeras… unidos a las exigencias también de los obreros industriales, caso de Barcelona).

El movimiento obrero se mantuvo tranquilo ante el advenimiento de la Dictadura; sin embargo, la CNT y los comunistas la veían como una amenaza, dada su vinculación a los sectores más reaccionarios. El PSOE y la UGT optaron por una actitud expectante, y después, de colaboración con Primo de Rivera. Esta colaboración era una especie de estructura corporativa similar a la de la Italia fascista, en la que la UGT desempeñaba el papel de representante de la clase obrera. Duraría esta colaboración hasta 1928, año en que el PSOE pasó a la oposición.
Algunos historiadores consideran que Primo de Rivera no pretendía poner fin a un régimen caduco y anquilosado, sino evitar que la Restauración acabará por democratizarse. El último gobierno de concentración de García Prieto, con miembros del Partido Reformista, pretendía una reforma de la Constitución, de la Ley Electoral, del sistema de turno de partidos y de las relaciones laborales, así como la limitación de los poderes del rey. Al cerrar el Parlamento se impedía todo ello. Claro es que la dictadura fue una solución inconstitucional para frenar la posible reforma del sistema, que podía resulta amenazadora para ciertos sectores e intereses sociales.
Los logros económicos y sociales de la Dictadura contaron con cierto reconocimiento popular, en cambio, la reconstrucción política no consiguió superar el régimen transitorio que se pretendía que fuese la dictadura. Según palabras de Primo de Rivera al inicio de su mandato: “Era y sigue siendo nuestro propósito constituir un leve paréntesis en la marcha constitucional de España”.
Durante el Directorio Militar se intentó organizar políticamente el Estado sobre la base de un partido nacional. La Unión Patriótica fue fundada en 1924 como partido nacional a imitación del fascismo italiano. Fue promulgado un Estatuto Municipal que regulaba las competencias de los ayuntamientos y se intentó llevar a cabo una reforma fiscal con impuestos sobre la renta que provocó la reacción de los sectores conservadores.
La acción más relevante de este periodo fue la resolución del problema de Marruecos. En 1925, de acuerdo con Francia, España consiguió vencer las tropas del caudillo rifeño Abd el-Krim, tras el Desembarco de Alhucemas. Abd el-Krim se rindió, entregándose a las tropas francesas. En 1927, el ejército español dio por concluida la ocupación efectiva de todo el protectorado en Marruecos.
Destacar que disminuyó la conflictividad social, hecho que se puede explicar por tres motivos; primero, la prosperidad económica de la década de 1920, segundo, la falta de libertad y por último, la represión del sector más radical del movimiento obrero.
Durante el Directorio Civil, la acción política se centró en la creación de corporaciones de carácter laboral que sustituirán a los partidos políticos y en lograr su institucionalización con la creación de la Asamblea Nacional Constitutiva, elegida por medio del voto corporativo de los representantes municipales y de un censo oficial de asociaciones con derecho a voto. Los miembros de esta Asamblea procedían de la oligarquía agraria, bloque que también había sido dominante durante la Restauración.
Liberado el Gobierno de la carga económica de la guerra de Marruecos, se preocupó por la política educativa. Durante este periodo se aumentó el número de escuelas primarias y se crearon escuelas de trabajo para satisfacer las necesidades de mano de obra de la industria.
En la Dictadura se prepararon además proyectos para la construcción de carreteras, se modernizó la red ferroviaria y se inició una política hidráulica con la construcción de embalses y canales de riego. Las obras públicas, que contribuyeron a rebajar la cifra de paro, se financiaron a través de un aumento de la deuda pública. Por otra parte, se potenció desde el Estado la creación de monopolios (CAMPSA, Compañía Telefónica, Fosforera…etc.) en sectores básicos de la economía.
Pero la creciente oposición al régimen llevará a la caída de Primo de Rivera, sobre todo, después de los enfrentamientos con el estamento militar. En 1926, durante la noche de San Juan, tuvo lugar la llamada “Sanjuanada”, conspiración militar contra la dictadura (fue organizado en 1925 por el coronel de caballería Segundo García García, aunque sólo pudo contar con un militar de relieve, el general Eduardo López Ochoa). Como ha destacado Eduardo González Calleja, la política militar de la Dictadura «resultó caótica y contradictoria» como se pudo comprobar en la cuestión de Marruecos (primero defendiendo la postura «abandonista», apoyada por los militares junteros y cuestionada por los militares africanistas, y luego la «intervencionista», defendida por los africanistas y criticada por los junteros) y en la política de ascensos, convertida «en el reino de la contradicción y la arbitrariedad». La hostilidad hacia el catalanismo y la concesión de privilegios a la Iglesia en la enseñanza universitaria provocaron protestas sociales importantes. Otra razón que explica el final de la dictadura fue la crisis económica de 1929, que provocó la devaluación de la peseta y un déficit en la balanza comercial.
En 1930, Primo de Rivera consulta a los mandos militares sobre la decisión a llevar a cabo ante la falta de apoyo a su gobierno. El general dimitió el 28 de enero y se exilió a París. Para sustituir a Primo de Rivera, el rey encargó al general Dámaso Berenguer la formación de nuevo gobierno (Dictablanda). Berenguer prometió volver a la normalidad constitucional, pero lo hizo lentamente por lo que la oposición interpretó tal hecho como un intento de eludir las reformas. Paralelamente, la CNT empezaba a reconstituirse, la UGT y el PSOE se oponían a la monarquía. El republicanismo y los nacionalismos se reunían en un frente común para instaurar la república con la firma del PACTO DE SAN SEBASTIÁN, en agosto de 1930. Tomaron partido por la República parte del Ejército, como se vio en la “Sublevación de Jaca” (1930) y muchos intelectuales, como Ortega y Gasset, Marañón…etc.
El general Berenguer fue incapaz de preparar las elecciones y, en febrero de 1931, fue sustituido por un gobierno presidido por el almirante Aznar, que convocó elecciones municipales, provinciales (diputaciones) y legislativas. El gobierno decidió convocar en primer lugar las elecciones municipales, al considerarlas las menos peligrosas para la monarquía, y las fijó para el 12 de abril de 1931. Se intentaba volver a la normalidad, pero Alfonso XIII se había comprometido con la dictadura y las elecciones se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. El resultado de las elecciones del 12 de abril de 1931 dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las grandes ciudades. Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció a la Corona, abandonó a España y el 14 de abril de 1931 se proclamó la República, pero eso es otra parte de nuestra Historia.
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